La córnea es un tejido ocular que se encuentra en la parte anterior del ojo y es totalmente transparente, característica que le ayuda a cumplir con su función principal que es la de actuar como una lente que controla el enfoque y la entrada de luz al ojo. Debido a su situación, la córnea es vulnerable frente a lesiones provocadas por agentes externos, como infecciones o traumatismos que dañan su transparencia y afectan a la visión.
El transplante de córnea, también denominado queratoplastia, consiste en la sustitución de parte o de todo el tejido corneal dañado o enfermo del paciente, por tejido corneal sano procedente de un donante.
¿Cuando se realiza un trasplante de córnea?
El transplante de córnea está indicado en aquellos casos en los cuales el tejido corneal del paciente ha perdido su transparencia. Este es el caso de pacientes con deformaciones corneales importantes (la más frecuente es el queratocono), enfermedades congénitas o adquiridas (distrofia de Fusch), pacientes que han sufrido algún tipo de accidente ya sea físico (úlceras, perforaciones por traumatismos) o químico (quemaduras por ácidos, álcalis, etc…), y pacientes con procesos inflamatorios o infecciosos que provocan cicatrices en la córnea alterando su estructura disminuyendo la visión o produciendo prácticamente la ceguera.
Los objetivos que se pretenden alcanzar al realizar un trasplante de córnea son mejorar la agudeza visual, restaurar la estructura corneal alterada, eliminar tejido inflamado que no responde al tratamiento médico y mejorar la función estética.